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-Son gente rara, no te parece? -Qu s yo -le contesta l. - Qui n no es un poco raro? ste es el nuevo e impactante libro de cuentos de Claudia Pi eiro. Un conjunto de relatos que, como breves escenas cotidianas, abordan situaciones en las que todos podemos sentirnos reconocidos. Algunas son rarezas que pasan inadvertidas, peque as obsesiones que hacen su juego en medio de la rutina de los d as; otras pueden llevar al crimen, pero siempre anidan en lo m s secreto de las personas.
Un hombre ego sta realiza un acto generoso, un muerto puede hablar a trav s de sus pertenencias, un solitario vive su noche de amor de la manera m s absurda, una pareja crea su propio infierno, un escritor famoso se oculta en su prestigio, y as , como ellos, todos los protagonistas de estas historias se ven enfrentados a fantasmas m s o menos reales.
En estos cuentos certeros, cercanos y valientes corre la sangre, a veces a borbotones, y otras como un fino hilo rojo sobre cualquier tejido, para recordarnos que nadie est a salvo de la violencia y que detr s de nuestras m scaras de gente normal todos somos un poco raros .
ENGLISH DESCRIPTION "They are strange people, don't you think?" "I don't know, he answers. "Who isn't a little bit strange?" This is Claudia Pi eiro's powerful new book of short stories. A set of stories that, like short every-day scenes, deal with situations that we can all relate to. Some are quirks and oddities that go unnoticed, small obsessions that make their way into daily routines; others can lead to crimes, but are usually resting latent within people's souls.
A selfish man performs an act of generosity, a dead person speaks through his belongings, a recluse has a night of love in the most absurd way, a couple creates their own hell, a famous writer hides behind his success, and so, just like them, all the protagonists in these stories are faced with real, and some not-so-real, ghosts.
In these detailed and courageous stories, blood flows, sometimes in spurts and other times like a thin red piece of thread, to remind us that nobody is safe from violence and that behind our normal-people masks, we are all "a little strange".