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El Juidero
Pásame A Buca
Guarará
Bajito A Selva
El Blu Del Ping Pong
Da Pa Lo Do
Flores De Fuego
Dulces Sueños
Como Un Ladrón En La Noche
Oigo Voces
La Hora De Volvé
Equeibol
Rodando El Juidero
En octubre del 2009 subimos a una loma en Las Terrenas a grabar lo que serÃa el disco “El Juidero†apoyados por las barbas cherchosas del productor dominicano Rafael Lazzaro aka Chuchi, el manojo de canciones iba cogiendo su forma final mientras en la mente de la directora puertorriqueña Noelia Quintero, otras sonoridades estallaban. El tema que titularÃa el álbum habÃa surgido una noche en Brooklyn en casa de Chuchi, cuando se cocinó un masacote con Ãnfulas de merengue de calle en el que sacaban la cabeza como manos en tierra de cementerio, el viejo Marley, el merengue tradicional “Juan Gomero†y una güira futurista a treinta mil millas por hora. Ya en las terrenas “El Juidero†encontró espacio para el Funk y el Soul en unos fraseos que también involucraban a otra estrella de los 70´s, el campeón de la bolita del mundo: Jack Veneno. Noelia que recibÃa esos ecos setenteros a través de una bocina más global que la que mis aficiones ultra-locales me permitÃan, comenzó a bocetear el universo de un video para dicha canción que terminó filmándose en abril del 2010, tras una investigación estética que incluyó el cine Blaxploitation, la época dorada de la Salsa y los asesinatos polÃticos de los doce años del Doctor Balaguer.
Mientras la mirada de la directora iba ajustando su propuesta al panorama dominicano actual, a sus estridencias e insignificancias, yo iba entregando, por primera vez en mi vida, el poder total que me habÃa conferido por años sobre mis productos culturales. El video, pensado como un cortometraje de época, en el que una organización clandestina trafica armas y ejecuta operaciones en los dÃas de la muerte de Orlando MartÃnez, se iba haciendo más y más delicioso a los apetitos de todos los que veÃamos cómo una boricua, hacÃa confluir planos históricos, artÃsticos y sociales hasta la fecha no representados audiovisualmente en la República Dominicana. El video serÃa una persecución en la que Santo Domingo, como dijo una vez el poeta Homero Pumarol “es un perro que se muerde la colaâ€, un paisaje en el que la única libertad ejecutable en la insularidad más abstracta de todos los tiempos es la velocidad. Esta velocidad que se ha articulado de manera elocuente en el “mambo violento†o “merengue de calle†por lo menos en su primera etapa, es a su vez intento de ruptura con el acartonamiento acomplejado que nos delegó el Trujillismo y el Balaguerato y la esquizofrenia digital irreflexiva y brutal. Los automóviles de la época retratada, como máquinas de tortura que fueron, pues desde ellas se espiaba y ejecutaba a los enemigos del poder, intelectuales, artistas, estudiantes y gente a pie, marcan en el video el tiempo de guerra que fueron los años setentas en todo el mundo, los tiempos en que la guerrilla urbana de la Baader-Meinhof hacÃa estragos en Alemania, el Weather Underground ponÃa bombas empáticas en Estados Unidos y en el Nueva York negro la necesidad hereje sembraba las semillas de una de las revoluciones más trascendentes de la historia, el nacimiento del Hip Hop. La noche antes de la filmación, la directora, quién habÃa puesto de manifiesto de manera bastante eficiente, la importancia de los automóviles en el video, se enfrentó a la noticia de que el Cadillac el Dorado, pautado como el carro que yo manejarÃa, no estaba listo y que habrÃa que buscar un sustituto. Este modelo, además de ser el bombón que aparece en Superfly, pozo de donde bebió el video, habÃa sido el carro en el que Johnny Ventura, quien nos honró con tremendo cameo, transitaba las calles de Santo Domingo de Guzmán en aquellos tiempos.
La mañana siguiente, me vistieron con el traje de polyester color vino y tras una serie de peinados aerodinámicos que la directora desaprobó hasta lograr el pajoncito sudao que su visión creÃa más apto, subà definitiva-mente al verdadero protagonista de esta obra, un Lincoln Continental negro de 1972 que la direc-tora de arte habÃa conseguido a último minuto. Mientras me familiarizaba con su funcionamiento, con la fricción de submarino y las dimensiones de su carrocerÃa, pregunté al miembro del club de coleccionistas que supervisaba el uso que le dabamos al auto, que a quién habÃa pertenecido aquella joya, su respuesta fue rápida: “este era el carro de uso personal del Doctor Balaguerâ€. TodavÃa se me aprieta el estómago ante aquella prueba contundente de que andábamos en algo más grande de lo que pretendÃamos y que aquella producción rondaba los vericuetos del conjuro, trenzando extrañas correspondencias. Noelia se trajo a Sonnel, un director de fotografÃa también puertorriqueño para completar el dream team de cuatro ojos frente a los que se desarrollarÃa este drama de violencia y sudor. Esos ojos educados por otras represiones y libertades desmantelaron el esqueleto trágico de la dictadura que se extiende hasta nuestros dÃas: nuestro paroxismo ignorante y cruel, la evasión de una historia que nos ha hecho huérfanos de razón y la imposibilidad de administrar un presente de pasado indocumentado, El Juidero nuestro de todos los dÃas.
Rita Indiana, Julio 2010
Bass
–
Lázzaro Colón (tracks: 1, 8, 12)
Choir
–
Lázzaro Colón,
Manny Cruz,
Yarimir Cabán
Congas
–
Ricardo Ariel Toribio
Design Concept, Director Of Photography
–
Noelia Quintero
Drum
–
Miguel Severino
Drums
–
Boli,
José Carlos Oviedo (tracks: 6)
Graphic Design
–
Alejandro Capellán
Guitar, Bass, Conch
–
Eddy Núñez
Illustration
–
Gustavo Peña
Organ
–
Lázzaro Colón (tracks: 10)
Producer
–
Lázzaro Colón
Songwriter
–
Rita Indiana
Synthesizer
–
Gabriel Lora de Mondesert
Tambora, Timbales, Bongos
–
Francisco MartÃnez A.K.A. Bolilo
Voice
–
Pedro Martinez
Phonographic Copyright (p)
–
Premium Latin Music Inc.
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–
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