No puedes abrir tu Biblia sin leer sobre ella. No puedes vivir una vida verdaderamente satisfactoria sin él. Es un deleite sagrado, una alegría santa. Y está más cerca de lo que crees. Jesús describe este deleite sagrado en el asombroso mensaje de la montaña que ahora llamamos las Bienaventuranzas.
El pastor y autor de best sellers del New York Times, Max Lucado, explora la receta de Jesús para un gozo duradero y las formas en que este patrón de vida familiar pero revolucionario puede bendecir tu vida más allá de lo que puedas imaginar.
En Aplauso del Cielo descubrirás que Dios promete una bendición especial a:
los pobres de espiritu
los que lloran
los mansos
los que tienen hambre y sed
el Misericordioso
los puros de corazon
los pacificadores
los perseguidos
Mientras buscas vivir el mensaje del Sermón del Monte, encontrarás a tu mayor admirador caminando a tu lado. Imagínese a su mejor amigo, el Rey de reyes, en su sección de vítores y el aplauso del cielo resonando. . . solo para ti.
Pero no lo imagines simplemente. Abre tu corazón a ello. Recibe el gozo celestial de conocer al Dios que se deleita en ti.
Do you long for a joy that can't be quenched? A calm that can't be broken? A happiness that can't be threatened? There is such a joy, and it is within your reach.
You can't open your Bible without reading about it. You can't live a truly satisfying life without it. It is a sacred delight, a holy gladness. And it's nearer than you think. Jesus describes this sacred delight in the astonishing mountain message we now call the Beatitudes.
Pastor and New York Times bestselling author Max Lucado explores Jesus' prescription for enduring joy and the ways this familiar but revolutionary pattern of living can bless your life beyond your wildest imagining.
In The Applause of Heaven you'll discover that God promises a special blessing to:
As you seek to live out the message of the Sermon on the Mount, you'll find your biggest fan walking alongside you. Imagine your best friend--the King of kings--in your cheering section and the applause of heaven ringing out . . . just for you.
But don't just imagine it. Open your heart to it. Receive the heavenly joy of knowing the God who delights in you.