Una vida dedicada a seguir a Jesús no puede ser aburrida, permanecer estancada, tampoco puede permanecer aislada. A medida que buscamos alcanzar la semejanza de Jesús, nos percatamos de que el discipulado cristiano es un sendero continuo de gracia. En El Camino, La Verdad y La Vida, David Busic nos invita a considerar las diferentes formas en que la gracia que nos busca, salva, santifica, sostiene y esa gracia suficiente nos encuentra justo en el lugar donde estamos. Cuando respondemos con fidelidad a aquél que con amor nos llama y equipa para que transitemos por el sendero en la gracia, disfrutaremos de una relación más profunda con Jesucristo, quien es en sí mismo el Camino, la Verdad y la Vida.