r? Que tal como dicen, nos vuelve ciegos y nos hace creer que siempre hay una esperanza, aunque las señales digan todo lo contrario. No era la primera ni la última persona del mundo que tenía los ojos vendados frente a un amor inviable. Sabía que la estupidez de mantener la ilusión me llevaría lentamente a sucumbir ante una caída libre sin final.