El tiempo en casa con Abuelita es divertido. Incluye comer panqueques, saltar charcos y pintarse las uñas. Mientras que las salidas para hacer compras no siempre son divertidas. En el supermercado y en el bus la gente es impaciente y desconfiada. A veces alzan la voz y gritan. Esto entristece, enfada y atemoriza a la niña protagonista de la historia. Ella decide nunca más salir de su casa. Esto cambia cuando en un instante la pequeña se da cuenta que unidas, ella y Abuelita, son mucho más fuertes.
Los cálidos y expresivos dibujos de Rafael Mayani ilustran magníficamente la ternura que existe entre la narradora y su querida Abuelita.