inta los morros para ir a comprar chorizos? Y qué me dices de la que calza unos tacones imposibles para ir a trabajar al bar de la esquina? Y la niña del tercero? Todo el día mirándose al espejo, como si fuera una diva? Y la de las tetas enormes, que anda por ahí sin sujetador? Ya, ya... Qué me vas a contar. Qué ridículo todo, eh? Pues no. Porque y si te dijera que todas esas cosas tan absurdas, tan típicamente femeninas, tienen mucho que contar? En este edificio inventado viven veinte mujeres reales y tengo para ti veinte historias que no conoces, pero que te sonarán tan familiares que puede que hasta te asustes un poco. Quién sabe: tal vez alguna de estas historias sea la tuya, porque yo me las sé todas. Y que por qué me las sé todas? Cariño, porque yo también soy un cliché andante... Yo soy la portera.