ánchica se halla expuesta, de manera sistemática e históricamente fundada, una muy necesaria revisión política del liberalismo.La mirada conservadora clásica de Hamilton, Burke o Tocqueville, se combina con el enfoque realista de Vilfredo Pareto, Gaetano Mosca, Carl Schmitt, Julien Freund, o más próximos en el tiempo, los españoles Dalmacio Negro y Jerónimo Molina Cano, cuyas reflexiones, muy frecuentadas por la autora, son de una extraordinaria pertinencia para el intento de comprensión de la situación presente. Son, junto a otros, incluidos también liberales en un sentido clásico y ordoliberales, representantes de ese otro liberalismo árquico, triste o sencillamente
non ridens, según dice Carlo Gambescia, que se opone a la pléyade despolitizadora del economicismo liberal. De la advertencia política, formulada por Martínez Cánchica con la naturalidad de un avezado realista, de que el socialismo no es un problema de mala educación económica, sino, más bien, de mala educación política de los liberales; se puede deducir un corolario político de un laconismo y una verdad insuperables: El liberalismo fracasa porque abandona la política.